Este libro
es un regalo para los sentidos. Incluye dos interesantísimas obras de Harold
Acton, uno de aquellos ingleses diletantes que vivieron en la Toscana y la
hicieron suya, pero no transformándola sino adaptándose, embebiéndose de su
refinamiento y su historia, y convirtiéndose ellos mismos en parte del paisaje,
engarzando el glamour británico, con
el poso de elegancia y sobriedad de las antiguas familias florentinas, que
trasciende a través de sus villas. En “Florencia”, Acton hace un breve resumen
de la historia del Gran Ducado, centrándose en el dominio de su familia más
famosa, los Médici, y remitiéndonos a la época en que Florencia era la
vanguardia de todo: del arte, la política, las finanzas… y como de aquel crisol
de excelencia se creó un estilo único de ver la vida, bello a la par que
austero, excelente a la vez que mundano. En “Las villas toscanas” el propio
autor, que nació y murió en una de esas villas originales de la edad de oro
florentina, nos explica los fundamentos de la belleza toscana, el gusto por lo
bello pero sobrio, rehuyendo los excesos, y un forma de vivir, la del refinado
noreuropeo que descubre la esencia de la vida y el arte en Italia, donde
encuentra las raíces de su cultura y el saber vivir, esos ingleses que
prolongaron la excelencia florentina pero que, poco a poco, veían como ese
mundo desaparecía siendo ellos sus últimos representantes. Leyendo a Acton es
fácil intuir los jardines de los palacios florentinos, desparramados en las
laderas de las colinas que circundan al Arno; el sol, los olores…Todo esto, la
historia antigua y la reciente, viene aderezado en esta exquisita edición por
una precisa introducción de Luis Antonio de Villena que sitúa al autor en su
contexto, que no es el del cambio de siglo del XIX al XX, sino en uno más
amplio, el de la Florencia renacentista, que con los ingleses de Florencia, ve
sus últimos días.
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