Miloszweski cierra su trilogía sobre el fiscal Szacki con un nuevo retrato de los pecados de la sociedad polaca, en este caso el machismo y la violencia familiar. Tras sufrir un nuevo “destierro”, el fiscal debe enfrentarse a dos crímenes, aparentemente no relacionados, pero que le llevan a enfrentarse, como trasunto del polaco medio, con su propia persona y es entonces, cuando el mal, el terror, la violencia, afecta a su propia familia, cuando surge la ira, la violencia en la que irremediablemente, se ve inmerso. De nuevo una novela brillante, en la forma y en el fondo, con la que se cierra una espectacular trilogía, y lo hace de forma coherente, sin artificios para salvar al personaje, sin necesidad de finales felices ajenos a la realidad, como verdadera moraleja del conjunto de la saga: la verdad, la justicia, triunfa, la comisión de pecados, debe ser pagada.
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