No
deja indiferente la muestra de Munch que, bajo el título de “Arquetipos”
recorre los miedos del hombre, verdaderos protagonistas de su obra. Artista
multidisciplinar (óleos, litografías, xilografías, pasteles..), a caballo entre
el simbolismo y el expresionismo, sus trabajos hunden sus raíces en la
profundidad consciente de sus protagonistas que interpelan directamente al
espectadora a través de su mirada. Sus máscaras, más que caras, reflejan los
sentimientos atávicos que les atormentan; sólo su expresión importa, no hay
nada tras ellas. Ni siquiera el amor exorciza sus miedos; personajes que al
unirse en un beso pierden su individualidad, se muestran contenidos o dan la
espalda al espectador, ocultando sus miedos. Para Munch la vida es un camino de
inquietudes que acaba en la tumba; tan sólo la muerte libera a sus personajes
de sus angustias y les aporta paz, una paz indefinida, ante un más allá del que
duda, y que, no obstante, sirve en tanto que libera definitivamente al hombre
de la melancolía, el pánico, los celos. Con todo, su obra muestra facetas que
llaman al optimismo; obras vitalistas y coloristas, en las que se conjura la esperanza
de no verlo todo perdido. Excepcional paisajista, intrépido colorista,
dibujante de trazo rápido y seguro, gran pintor de desnudos, trasluce en todos
sus cuadros una gran preocupación por el ser humano, desde un sentimiento de
inferioridad vital ante los devastadores sentimientos que pueblan la mente.
viernes, 16 de octubre de 2015
"Arenas Movedizas". Henning Mankell. Tusquets.
Henning Mankell, afamado autor de novela negra y promotor del teatro en Mozambique, recorre en este libro su intensa trayectoria vital, mostrando su profunda impronta humanística. Tras la reciente detección de un cáncer, el autor reflexiona sobre su vida y recorre episodios clave que pone en contexto ante la perspectiva de la muerte. Mankell habla del poder de los libros, el amor, la pobreza, los celos, el medioambiente, la inmigración, la pobreza, la solidaridad…, en fin, de las relaciones humanas, filtrando sus opiniones por el matiz del tiempo que se acaba. De escritura simple, sencilla y directa, desde el reconocimiento de los propios errores repasa sus debilidades, temores, e insuficiencias, revelándose como un ser esencialmente humano, falible y, con todo, confiado. “Nunca es demasiado tarde para nada” reflejaría su mensaje trascendente, ante retos como el tipo de sociedad que se quiere contribuir a formar, en la que los desconocidos siempre suman, y en la que la alegría debe ser el motor fundamental para el desarrollo del hombre. Libro de militancia, invita a los lectores a tomar partido e implicarse pues “elegir mal no es incomparable con la derrota que supone no elegir en absoluto”.
“La librería ambulante”. Christopher Morley. Periférica.
Por la campiña de Nueva Inglaterra, el
señor Mifflin y la Señorita McGill viajan con su librería ambulante, “El
parnaso”, acompañados de su perro Bock y la yegua Peg. ¿Su objetivo?, predican
el amor a los libros y los seres humanos. Es más que un argumento, es una
declaración de principios. Esta breve y deliciosa novela de Morley, casi un
cuento, nos lleva a la América de inicios del siglo XX, creando un mundo ideal,
sencillo y amable, bondadoso, donde entre suaves dosis de humor se vislumbra un paraíso de optimismo, bonhomía y creencia en el poder transformador de la
lectura. El Sr. Mifflin, como un héroe artúrico, lleva el grial de la
literatura a las granjas para que los buenos libros “circulen por las venas de
la nación”. No hay ser humano sin libro,
ni ser humano que lo sea si no posee uno. Ante esta tesis “La Librería
Ambulante” se convierte en una historia de belleza y trascendencia. La lectura
se convierte en la fuerza transformadora que en la humilde y estrecha monotonía
rural permite crear un mundo de horizontes inabarcables, bellos, de un
innegable humanismo.
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