Un grupo de españoles, antiguos
compañeros en su juventud, confluyen en Nueva York, cada uno atado a sus
circunstancias, y se ven inmersos en una trama internacional de corrupción y muerte.
Novela prometedora en su planteamiento, se desinfla a medida que el lector
profundiza y se ve rodeado en una semántica
plagada de intentos del autor de aparentar ser un enfant terrible de la novela. Las formas son importantes, pero no
son el principal objetivo, no sirven al relato, sino al lucimiento de su
creador y es ahí, donde la novela cojea. Si bien el argumento es ingenioso, la
trama se encuentra razonablemente urdida, y la construcción de los personajes se
muestra sólida (atentos a Yuki, todo un descubrimiento), el narcisismo del
autor acaba opacando su propia obra, y
al final, la debilita; en aquel momento de una novela negra en que la trama
profunda debe aflorar a la superficie, aquí acaba naufragando, sin posibilidad
de rescate, dejando la sensación de un dibujar un mal final. Otro enfoque, una
mayor pureza, un trazo más limpio, habrían podido corregir el rumbo y hacer,
entonces sí, una gran obra. Se queda en el intento. No es una obra memorable, tan
sólo es entretenida.
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