El conjunto de cuentos recogidos en este volumen nos muestran la que sin
duda es una de las mejores facetas como escritor de Fitzgerald, en la que sublima
su buen hacer como novelista (“El gran Gatsby”, “Suave es la noche”), y se nos
revela como un gran contador de historias. Sus cuentos no buscan la moraleja
evidente, son historias de situaciones, descriptivas, en las que el momento puede
a la trama, que a veces es inocuo y carente de sentido, casi, como una metáfora
de su propia vida, como lo es toda su obra. La inmediatez de sus escenas
invitan a vivir el momento, con un estilo a veces irónico, otras desencantado,
pero siempre sensible y glamuroso, basado en una gran exquisitez formal y en el
que se sublima en las escenas románticas, que siempre evocan momentos de vino y
rosas, sutiles y mágicos. Cuentos formalmente impecables, sensación a la que,
sin duda, no son ajenas las excelentes traducciones, recogidos en una edición
muy recomendable para los fans del autor, que permite conocer su proceso creativo,
su perfeccionismo, y el radical individualismo del autor en defensa de su obra
frente al mercado editorial.
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