A comienzos del siglo XX, en el periodo de entreguerras, lo
que es inesperado, acaba ocurriendo. El gran héroe americano, Charles Lindberg,
se convierte en presidente de los Estados Unidos sumándose a la ola fascistoide
y totalitaria que arrasa el mundo. La autocomplacencia, el aislacionismo y las profundas
raíces antisemitas de la sociedad americana, afloran en la comunidad de Newark,
donde los judíos, y entre ellos el pequeño Philip Roth, alter ego del homónimo autor del libro, empiezan a ser
considerados ciudadanos de segunda. Una distopía perfectamente posible, narrada
magistralmente, en la que la posibilidad de avanzar hacia el mal se manifiesta
como perfectamente posible cuando la sociedad, por comodidad, mira hacia otro
lado y se olvida de los valores, del compromiso, de las personas. Una excelente
visión de la América de los años 30, con toda la fuerza descriptiva de quien la
vivió en primera persona, con infinitud de detalles que la hacen una novela
vívida y, sin embargo, actual, pues la semilla del mal, nunca deja de anidar en
el corazón de las sociedades. Roth nos enseña el tremendo error de dejarla
crecer.
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