Es cosa
sabida que el artista nace y se hace. Es el caso de Carmen Iglesias, Artista
(con mayúscula) que, de no haber respondido tardíamente a su vocación, hubiera
sido, sin lugar a dudas, una figura representativa de la realidad pictórica
española a la que, sin duda, pertenece por derecho propio. La exposición que
acaba de clausurar en la Casa de Galicia en Madrid, muestra una panorámica
amplia de su obra, en la que su personalísimo estilo se refleja a través de
múltiples variantes, manifestándose desde la abstracción al realismo, pasando
por el cubismo, el expresionismo, el fauvismo y hasta la pintura de corte naïf.
La pincelada gruesa, la pintura espesa, y sobre todo, una armónica composición
cromática en la que, como firma personal, destaca su sutil uso delos lilas y
morados, convierten a sus cuadros en un completo catálogo de sentimientos y
emociones. Sus paisajes, ya sean urbanos o naturales reflejan su vinculación
afectiva con el entorno y retrotraen al espectador a un mundo vibrante y
sencillo de sensaciones profundas y verdaderas… una pintura íntegra, real y maravillosa
que encarna y sublima al mismo tiempo una mirada gozosa del mundo. Su pintura
transmite alegría, sentimiento y pasión. Magnifica retratista de la naturaleza,
alcanza la excelencia en sus vistas urbanas, sin desmerecer sus marinas, de
primerísimo orden. En la mejor tradición de la excelente escuela paisajística
española, Carmen Iglesias la dignifica y prolonga. Una auténtica delicia, que
merece ser disfrutada.
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