miércoles, 3 de julio de 2019

“El oasis perdido. Almasy, Zerzura y la guerra del desierto”. Saul Kelly. Desperta Ferro ediciones.


Resultado de imagen de el oasis perdido saul kellyEn la excepcional película de Anthony Mingella “El paciente inglés”, el conde Laszlo Almásy se nos presenta como un personaje sensible, culto, y amable, que expone su vida por la mujer amada, y que vive para la exploración en el desierto. Esta obra, en cambio, nos revela a otro Almásy, el real, un explorador agresivo, aliado de los nazis, un referente incluso para sus adversarios… un personaje que en nada se parece al protagonizado por Ralph Fiennes, pero que no por ello pierde su aura mística. La búsqueda de Zerzura es quizás, la última gran aventura mítica del mundo de los exploradores: la lucha por vencer al inmenso desierto libio en pos de un paraje soñado, de grandes paredes blancas, con un fabuloso palacio lleno de joyas, y dominado por el canto de los pájaros. Sin historias de amor, esta es igualmente una gran historia en la que los caracteres de hombres intrépidos, principalmente británicos, les convierte en héroes, expuestos a las grandes extensiones de arenas, las dunas, los cañones, la falta de agua, los bandoleros…. Y frente a los héroes, los antihéroes, dotados de sus mismos adornos, pero situados en el bando equivocado. La presencia de Almasy, algo desdibujada, intuida, ya que la obra se basa en los datos de los exploradores británicos, más abundantes, arrastra un halo de intemporalidad, es la presencia que se supone y se espera, y que le magnifica sin haber llegado a descubrir la ansiada joya tras la que todos gravitaban. Un libro apasionante, quizás demasiado prolijo en las descripciones de los tránsitos de los exploradores por el desierto, pero revelador de un cambio de era, en el que los grandes exploradores, auténticos héroes, empiezan a ser sobrepasados por las nuevas tecnologías, y las nuevas necesidades: ya no son necesarios míticos oasis de leche y miel, sino rutas seguras para el transporte de tropas. Con todo, los ecos de la historia cinematográfica ayudan a disfrutar del libro, ponen color a los oasis y permiten recrear una historia que no fue y nos gustaría que hubiera sido, y otra que fue y no desmerece por haber sido.

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