La versión
actualizada del clásico de Javier Arce es un retrato exhaustivo y a la vez
vívido de la España tardo imperial, en el que el rigor académico, no resta un
ápice de interés para el lector no especializado. A través de una revisión
exhaustiva de las fuentes (que recuerda a otras obras excelentes de
historiografía antigua como “España 702-219” de Luis A. García Moreno) y el
complemento necesario de la investigación arqueológica, el autor revive la
política, la administración, la religión, la economía y, sobre todo, los
nombres que tuvieron relevancia en la época. Y es que, si algo debe importar en
la historia, son las personas que la vivieron, y Javier Arce revive los nombres
de césares, questores, militares, gobernadores, particulares…, la mayor parte
absolutamente desconocidos para el público general pero que, en estas líneas
vuelven a vivir, surgen de la bruma de la historia y dan sentido a su siglo, al
que ilustran y alumbran, haciéndolo más cercano. Una obra interesante que llena
el vacío de conocimiento de un periodo que, tradicionalmente, se consideró de
decadencia y abandono urbano y, con ello, casi, de olvido.
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