“Suave en la noche” es mucho más que la afamada
y emblemática obra del autor de “El Gran Gatsby”, uno de los mejores novelistas
americanos, es la crónica veraz y realista de una época, los años veinte, y de
una alta sociedad que, alocada, vivía de fiesta en fiesta ajena a la realidad; “Suave
en la noche” es, en fin, el resumen de la vida de su autor. Considerada una
narración en gran medida autobiográfica, “Suave en la noche” no puede
entenderse completamente sin conocer la biografía de Fitzgerald, y el descenso
a los infiernos que supuso la última parte de su vida en la que, deslumbrado
por el éxito, fiestas, alcohol, y mujeres fueron su leit motiv, un continuo huir hacia adelante en medio de un
fantasmal y onírico paisaje de glamour y exclusividad que tanto a él como a sus
protagonistas, los aislaron de la realidad. Tras un titulo sincrético y
magistral (la noche, como el glamour festivo, opuesta al día y la realidad),
esta novela es la necesaria exorcización del autor para consigo mismo. Y como
tal, fluye a borbotones con un estilo pulido, suave, de alta calidad, quizás lo único que nunca llegó a torcerse
en la vida de Fitzgerald. Su vertiginosa vida con Zelda (“era una
tradición entre ambos no estar nunca tan cansados como para no hacer nada”) y
su necesidad autodestructiva de divertirse como objetivo último de su
existencia, degeneran en una dependencia fatal (“Ella de ocio sabía poco, pero
sentía hacia él el respeto de los que nunca lo han tenido”) que, en último
término, acabará destruyéndolos. Ese es, y no otro, el resumen de su vida, el
de Francis y Zelda y el de sus protagonistas.
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