El libro de Alain
de Boton, no es un libro sobre la trascendencia, la idea de Dios, la mayor o
menor racionalidad de su constructo, o sobre la espiritualidad. Boton analiza
el fenómeno religioso desde su componente social, es decir, sobre la
construcción que, sobre la idea de Dios hacen las religiones, y sobre cómo
éstas, todas ellas (con especial enfoque al cristianismo y las grandes
religiones monoteístas) dan respuesta a las necesidades del hombre de una
manera eficaz, mucho más que cualquier otra institución secular. Analizando las
angustias personales y colectivas, las necesidades personales y sociales y la
mera necesidad de responder a preguntas elementales, la conclusión que se
desprende de este libro es que las religiones han sido y son necesarias, en
tanto en cuanto que ayudan al hombre, individual y colectivamente, en su
transitar sobre la vida. En oposición analiza como las sociedades seculares (o,
mejor dicho, la dimensión secular de las sociedades) trata de dar, de forma
fallida, respuestas a los mismos problemas. En este sentido, la idea de Dios,
para el autor, es innecesaria. No se requiere la idea de un Dios (que él,
claramente, no comparte), para abordar estos problemas y resolverlos. Es ahí
donde concluye con la necesidad de una religión para ateos, un sistema
estructurado, a base de creencias, ritos, relaciones… para ayudar al hombre.
Sugerencia, en todo caso, no original, y que tuvo un fallido precedente en
Auguste Comte, en el siglo XIX, quien ya propugnaba la creación de una religión
específicamente diseñada para los no creyentes. Sin ahondar en esta ocurrencia.
La obra es una muy interesante reflexión sobre el papel que las religiones
tienen en el mundo actual, incluso al margen de la idea de Dios.
miércoles, 27 de mayo de 2020
“Baroja y España. Un amor imposible”. Francisco Fuster. Fórcola
Tomando como percha la obra de Baroja “El árbol de la
Ciencia”, el autor analiza la relación de Baroja, como representante de su
generación, con la España de la época, la inmediatamente posterior a la crisis
del 98, con la debacle que aquel hecho produjo en el ámbito social, económico e
institucional. Repasa la figura de los intelectuales, su papel y aportación
frustrada a las soluciones del momento, y analiza la sensación de necesaria
regeneración por parte de una élite, que se enfrenta a una masa “que arrolla
todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto”. Ese
individualismo, propio de Baroja, lleva al autor a abordar el rechazo de Baroja
a la idea de democracia, posición conflictiva desde la óptica del siglo XXI,
pero que tiene que ver con la idea barojiana de que una sociedad no formada,
inculta, tiene poca capacidad de participar genuinamente en la democracia, dejándose
llevar por el caciquismo, fenómeno resiliente en la España de la época. El
nacionalismo como lacra, la ciencia como lenguaje purificador, o el mito de las
dos Españas, son otros de los temas abordados en este ensayo que, si bien
fuerza algunas explicaciones de las posiciones de Baroja, es una muy buena
aproximación a la situación crítica del momento de la que participa Baroja con
su supuesto escepticismo. Y es este punto, el de la posición de Baroja,
distante y crítica, el que, a juzgar por el subtítulo puede generar más controversia.
La relación de Baroja con España no se deduce que sea de un amor imposible,
todo lo contrario. Baroja se implica con el país, lo asume como propio y se
siente integrado con él. No participa de sus defectos, que los critica, pero de
toda la obra de Baroja, incluida “El árbol de la ciencia”, se desprende un
profundo amor por su país, basado en el conocimiento de sus gentes, para el que
espera algo mejor. Quizás una de las mejores muestras de amor, sea conocer los
defectos, apuntarlos y desear se corrijan.
“Los falsificadores”. Bradford Morrow. Siruela
Un matrimonio de
profesionales del libro, se ve envuelto en una compleja trama, cuando el
hermano de Meghan, Adam, aparece asesinado en su casa de Montauk, en las playas
de Nueva Inglaterra. Poco a poco, se desvelando un fascinante mundo de
falsificadores de textos (cartas, dedicatorias) de autores, y su relación con
la bibliofilia. Interesantísima novela que saca la novela negra de los
ambientes sórdidos de negocios marginales, y la lleva a paisajes amables,
ambientes cultos y refinados, y a una relación muy inteligente con el lector,
no basada en efectos más o menos previsibles, sino en hechos creíbles, en un
marco novedoso y muy atractivo. Al margen de la excelente urdimbre de la trama,
intrincada, con un final potente, que no decae, es un gran mérito del autor
apasionar al lector con las curiosidades técnicas de un mundo desconocido y
sugerente, empleando un lenguaje y sintaxis nada alambicados, sencillos,
creíbles y, a la vez, embaucadores.
sábado, 2 de mayo de 2020
“El legado de los espías”. John Le Carré. Planeta
Le Carré es,
sin duda, uno de los grandes de un género cuyo ambiente más propicio siempre
fue la guerra fría. El ambiente de desconfianza entre bloques, las grandes
operaciones, las infiltraciones, los espías dobles, son la base del género.
Todo lo que no es así, no es novela de espías o, al menos, es otro tipo de
novela de espías. Y John Le Carré, es un
indiscutible maestro. Esta novela, ya desde su título, parece ser un reconocimiento
a otra época, a lo que nos queda del mundo de los espías, al menos en la
literatura. Y para mantener vivo el género, parte de un planteamiento sumamente
inteligente y sugerente. En la actualidad, en un mundo con un sistema de
valores radicalmente diferente al de hace apenas 30 años, cuando la guerra fría
ya no existe, se cuestiona el mundo anterior, un mundo que el protagonista, un
antiguo agente que va a ser investigado por el Parlamento, reivindica. En la
investigación que se realiza sobre una de sus misiones, con continuos
flashbacks a diferentes épocas, se revive el mundo de las operaciones, pero no
tanto sobre el terreno, sino a través de sus vericuetos administrativos y
organizativos. La lucha por el poder, no sólo entre bandos, sino dentro del
mismo, y los continuos engaños pergeñados para confundir a los rivales. Y entre
todo ello, intriga, muerte, fidelidad e, incluso, amor. Y sobre todo, los ideales
que inspiraron aquella guerra silenciosa, la lucha por la paz (aunque por ella “no
quedará piedra sobre piedra”), y los ideales últimos de sus protagonistas (“sacar
a Europa de su oscuridad”) Una novela que reivindica, no sólo el género, sino
la labor que lo inspiró.
“Universidad para asesinos”. Petros Márkaris. Tusquets
El perfecto
contrapunto (creíble y solvente) a los detectives nórdicos, es el detective
Kostas Jaritos, un personaje pegado a la tierra, a su familia y a su paisaje,
tanto social, la bulliciosa Atenas, como ambiental, el soleado mediterráneo. Entre
un continuo desfile descriptivo de la gastronomía local (una nueva diferencia
sureña, a su favor), el detective debe resolver el caso de los asesinatos de
políticos procedentes de la Universidad, en el contexto de la reciente crisis griega,
con la Universidad maltrecha y la desconfianza en el sistema. Sin artificios,
desde la normalidad, y con el mero uso de la lógica, y la suerte, la novela no
sólo es una guía sobre la sociedad griega, sino un entretenimiento genuino para
los amantes del género, muy alejado, en este caso, de los estereotipos
anglosajones.
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