El perfecto
contrapunto (creíble y solvente) a los detectives nórdicos, es el detective
Kostas Jaritos, un personaje pegado a la tierra, a su familia y a su paisaje,
tanto social, la bulliciosa Atenas, como ambiental, el soleado mediterráneo. Entre
un continuo desfile descriptivo de la gastronomía local (una nueva diferencia
sureña, a su favor), el detective debe resolver el caso de los asesinatos de
políticos procedentes de la Universidad, en el contexto de la reciente crisis griega,
con la Universidad maltrecha y la desconfianza en el sistema. Sin artificios,
desde la normalidad, y con el mero uso de la lógica, y la suerte, la novela no
sólo es una guía sobre la sociedad griega, sino un entretenimiento genuino para
los amantes del género, muy alejado, en este caso, de los estereotipos
anglosajones.
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