La segunda entrega de las aventuras del
detective Halcón es un intento fallido de hacer una buena historia. Tras la
excepcional, entretenida, original y divertida “La Torre Tesla”, vuelve el
protagonista a afrontar un nuevo misterio pseudo-tecnológico, en un ambiente bladerunniano,
y con una personalidad muy marlowiana¸ dos influencias, patentes, difíciles
de evitar y que, a pesar de su magnitud, son bien llevadas en la parte inicial:
presentación del caso (muerte de apariencia natural, mujer desaparecida,
mayordomo, jardinero, comisiones de urbanismo, clubes nocturnos…) Sin embargo,
cuando empieza a conocerse la trama y la acción empieza a desplazarse a otras
latitudes (Perú, Polonia, Arabia), el asunto comienza a desbarrar hasta el
punto de que hay decenas de páginas relacionadas con rituales chamánicos, poderes
mágicos, puertas a otras realidades…completamente innecesarias, que consiguen
romper la agilidad de la novela e incluso la continuidad de la trama, que solo
se recupera algo al final, pero sin perder la sensación de que ha sido un tiempo
perdido. Una pena que, esperemos, sea corregida en una nueva entrega, aunque si
se parece a ésta, mejor evitarla.
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