sábado, 22 de abril de 2023

“No hay apocalipsis”. Michael Shellenberger. Deusto

 


El activismo ambiental ha utilizado siempre el alarmismo como herramienta de concienciación de la sociedad: la lluvia ácida, la capa de ozono, el deshielo, la quinta gran extinción… más que a formar a los ciudadanos. Esta estrategia se basa en dos preceptos: presentarse ante la sociedad como garantes de algo que es un bien común y que no reporta beneficios a quien lo hace y, conectado con lo anterior, actuar como traductores de verdades científicas complejas de difícil comprensión para el ciudadano, que se simplifican por su bien. Este planteamiento tan engañoso ha llevado a una mal entendida conciencia ambiental de la sociedad: todo el mundo quiere un planeta verde, pocos saben como funciona, pocos conocen las implicaciones de las actuaciones, y todo el mundo cree a pies juntillas las verdades unánimes por miedo a no ser considerado un hereje. Anulado el sentimiento crítico, el ambientalismo se convierte en una secta y, en el fondo, perjudica el fin último, conservar y mejorar el medio ambiente en el que vivismo, la Tierra. Michael Shellenberger es un ambientalista de trayectoria reconocidísima que junto a otros grandes líderes del movimiento ambientalista, como  Patrick Moore o Bjorn Lomborg que creen que hay que mejorar pero opinan que la botella está medio llena y que es mejor transmitir a la sociedad que la vida estállenla de grises. En el caso de Shellenberger, antiguo activista antinuclear, analiza los impactos de las diferentes fuentes energías y concluye que, posiblemente, al que menos impacto produce sea la propia nuclear, intensa, limpia, controlada …. Un mensaje herético que permite abrir los ojos a la realidad y tener opinión crítica, fuera del dogmatismo sectario que lleva a pensar que todo progreso es malo.El subtítulo de la obra: “Por qué el alarmismo medioambiental nos perjudica a todos”, refleja perfectamente la tesis que defiende el libro.


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