Como si de la piedra angular del
pensamiento de James se tratase, esta obra constituye la quintaesencia del
trasfondo que bulle en gran parte de la producción del autor, que aquí explicita
de manera brillante para regocijo de sus admiradores. Una obra enteramente
dedicada al análisis de lo americano y lo europeo. Pero no nos equivoquemos, si
prescindimos del subterfugio del recurso literario epistolar, esta pequeña
delicia es un estudio sociológico, un ensayo, más que otra cosa. Otorguemos a James
el beneficio de la duda para suponer que conoce de primera mano lo que los
europeos y americanos piensan de sí mismos y de los otros (no tenemos por qué
dudarlo), y supongamos que su información es cierta y de primera mano
(realmente, lo sabemos); pues bien, en tal caso, la panoplia de versiones, de
análisis, de enfoques, de puntos de
vista¸ que James nos ofrece, esencialmente sobre el modo de ser americano
(y europeo por contraposición), es amplísima, no sólo por los tipos elegidos
(jóvenes casaderas, parlamentarios, hombres de negocios..), como por los temas
tratados (los viajes en tren, la arquitectura, las relaciones personales, la
democracia, los negocios…). En definitiva, un mosaico completo de la sociedad
americana apoyado en un coro de individualidades que, desde diferentes enfoques,
muestran, con la lucidez del sociólogo experto, a la entonces joven democracia
americana enfrentada a su realidad y a sus aspiraciones. Y, como no podía ser menos, todo ello regado
con la inevitable ironía y sentido del humor típicos de la prosa de James que
le llevan, incluso, a autodefinirse: “Tienen [los americanos] un novelista con
pretensiones literarias, que escribe sobre la cacería del marido y las
aventuras de los norteamericanos ricos en nuestra vieja y corrompida Europa,
donde su candor primitivo avergüenza a los europeos”. Una lectura
auténticamente imprescindible.
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