Presentada en una colección
juvenil (“Tus libros”), esta rareza de James constituye un pequeño monumento a
la literatura de terror psicológico. Sin recurrir al efectismo de la sangre o
los fenómenos paranormales, tan manidos y sobrexplotados en su época, James se
centra en la psicología de los personajes para crear un ambiente opresivo en
torno a su protagonista principal (como no, una mujer), en un ambiente propicio
para la sensibilidad sensorial. Una institutriz se hace cargo de una pareja de
niños con cuya educación sus anteriores preceptores no han tenido éxito. Pero
no están solos, pronto, la presencia de otras personas se deja ver (nunca mejor
dicho) generando una efecto continuo de opresión, vigilancia y maldad, en torno al trío formado por los
niños, la institutriz y el ama de llaves. No es el mejor cuento de James
(tampoco ayuda la traducción, ciertamente mejorable), pero el poderío del autor
en su capacidad descriptiva de ambientes y personajes, impregna toda la obra y
la convierte en un clásico del terror, gracias, sobre todo, a su imprevisible final, revolucionario para la época, hábilmente utilizado por cineastas
contemporáneos como Amenábar o Shyamalan.
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