Huele a Chandler, sabe a
Chandler... pero no es Chandler. “La rubia de los ojos negros” es una buena
novela noir, digna heredera de la
obra de Raymond Chandler, protagonizada
por su gran Philip Marlowe (no en vano, los sucesores de Chandler eligieron a
John Banville como el más adecuado para continuar su obra), pero le falta la
frescura del original. Banville sabe recrear todos los tópicos de las obras de
Chandler, y lo hace con oficio y precisión, pero se nota que es una imitación.
No es natural. La novela sería una gran obra si no tuviera que soportar la
comparación con sus predecesoras. Como imitación es genial, casi perfecto, pero
como a las imitaciones, les falta alma, atmósfera, y sabor. Diríase que es una
obra escrita en color imitando el blanco y negro. Muy cinematográfica, parece
más pensada para verse que para leerse, incluso encajaría perfectamente en una película
actual de género negro, pero no en un clásico de los años treinta; le falta el
genuino sabor del original, el conocimiento preciso de lugares y ambientes; la
socarronería del Marlowe genuino, apenas se vislumbra; a la femme fatale le falta una vuelta de tuerca.
Sería una perfecta obra a interpretar por Bassinguer y Speacy, pero no por
Bacall y Bogarth. Siendo una gran novela
de género su principal problema es que trata de parecerse a Chandler… y le
falta bastante.
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