A caballo entre la novela juvenil
de aventuras y la novela de intriga, la librería del Señor Penumbra parece un
libro fallido, al que el pulso se le quiebra en el último tercio. Parte de una
trama interesante y sugerente: una librería antigua, con clientes misteriosos y
libros cifrados que esconden un antiguo secreto. La ambientación es
interesante, y la dicotomía entre iniciados analógicos y descifradores
digitales, parece prometer. Sin embargo, no resuelve bien, y la novela se
convierte en cuento, ya decididamente juvenil, con pretensiones filosófico
literarias (la amistad, un libro para cada momento, etc…), pero tremendamente
vagas y etéreas. Está bien para pasar el rato, es un libro entretenido, de
fácil lectura y que, incluso, aporta cierto barniz informativo sobre la
tipografía y los inicios de la imprenta,
pero se echa de menos un desenlace a la altura del planteamiento y trama
iniciales. Transmite cierto amor por los libros, aunque uno no sabe si como
reliquia o como almacén de conocimiento, en todo caso subordinado al mundo
tecnológico. En definitiva, no resulta ser más que entretenida novela de
intriga en el entorno de los libros, nada más.
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