La colección Centellas trae este
pequeño cuento de Stephan Zweig, un autor imprescindible Para la literatura
europea, no solo de inicios del siglo XX, sino actual. Su análisis psicológico
de la sociedad europea de su tiempo, es tan certero y fresco, que es perfectamente
adoptable en la actualidad. Con un estilo formalmente exquisito, Zweig en toda
su producción (novela, biografía, cuentos, teatro) no hace sino indagar en la
conformación de la sociedad a través de personajes plenamente humanos, repletos
de las virtudes y carencias propias de su entorno, al que representan. En los
escritos de Zweig, el verdadero protagonista, es colectivo. En este caso la
sociedad es retratada a través de un viejo coleccionista de arte quien, ciego,
no es consciente de que su mundo ha dejado de existir, y vive alejado de la
realidad. Una realidad, la de la crisis de la Alemania de entreguerras, que
forjaría el tremendo desastre que Zweig vaticinó y del que huyó
permanentemente. La pobreza de un país derrotado, la sensación de pérdida de
valores, el irremediable anclaje en el pasado como si de un salvavidas se tratase.
Todo ello rodea al protagonista, quien se aferra a su inexistente colección
como forma de anclar sus valores en medio de tanta desolación, sin darse cuenta
de que su mundo, el mundo, había ya
cambiado y, por desgracia, a peor.
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