La
capacidad narrativa y estilística de Flaubert, no sale a la luz en esta pequeña
publicación que recoge dos cuentos de estilo gótico en el que se plasman los
perores arquetipos del género: personajes maniqueos, situaciones irreales,
sentimientos exacerbados que, si bien son propios del momento y el estilo, se
gestionan de una forma demasiado exagerada, sin sutileza, con ambientes
forzados que desde el primer momento, crean una atmósfera lejana, poco inmersiva
y, por tanto, distante respecto al lector. No es el mejor Flaubert, no son los
mejores cuentos góticos. Prescindibles.
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