Excepcional novelista y gran hacedor de cuentos, Stephan Zweig siempre destacó por su calidad como narrador histórico. Las biografías de María Antonieta o Magallanes, cuentan entre las obras de referencia de divulgación histórica, por la calidad humanística del autor, por la elegancia formal, y por su capacidad para transmitir los sentimientos e ideas que impulsan a sus personajes, por hacerlos trascender. Momentos estelares de la Humanidad se convierte en el paradigma del género divulgativo histórico siguiendo esas premisas. Si bien el historiador erudito podrá identificar ciertas concesiones contra el rigor de los hechos, la verdad es que la historia que cuenta, y como la cuenta, pasa a convertirse en el canon de los hechos o, al menos, en la mejor forma de transmitirlos y hacerlos llegar al público. Su premisa: describir situaciones concretas, hechos puntuales de trascendencia, donde lo inmortal, lo intangible, lo sobrehumano, sucede. Quizás la descripción de la toma de Constantinopla es uno de los más acertados, en el que se palpa la tensión y la desesperación de los defensores, que salta de las páginas al ánimo del lector, quien se sitúa en las murallas, siendo consciente de un cambio de época. O bien el momento en que Haendel entra en un éxtasis creativo y compone su obra cumbre, el Mesias; o el descubrimiento del Pacífico, describiendo con acierto el espíritu que impulsaba a aquellos exploradores épicos. Un libro que debe ser leído porque la historia es mucho más que una sucesión de hechos, es la culminación de las ansias humanas, de sus miedos, esperanzas y desesperaciones… y siendo humanas, Zweig es el mejor narrador.
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