martes, 2 de febrero de 2021

“El espía que srugió del frío”. John LeCarré. Planeta

 


De entre las novelas de espías, las de John le Carré marcan el canon; y de entre todas ellas, “El espía que surgió del frío” es una de las más representativas. La Stasi, el telón de acero, los agentes dobles,… todos sus elementos nos remiten a una época que marca el culmen del género. En este caso, el doble juego de los protagonistas, bien consciente, bien accidental, marcan el devenir de una historia que comienza en un paso fronterizo, y culmina en el asalto a una frontera. Además de la intensidad de la trama, de la actividad de los personajes, de las presencias en segundo plano que sobrevuelan la obra, de los finos diálogos, hay algo más en las novelas de Le Carré: la humanidad de sus protagonistas quienes, inmersos en un mundo malvado, tienen un fondo ético en el que siempre se reconoce el bien, claramente diferenciado del mal. La ambigüedad de las situaciones no da margen a mailinterpretar sus motivos y a diferenciarlos con claridad. No hay personajes dicótomicos, todos tienen sus zonas de sombra, pero en todos se identifica el fondo que les mueve hacia el bien o hacia el mal. Son novelas, humanas y creíbles que, acompañadas de un profundo conocimiento del contexto político y social en el que se desarrollan, las hace sumamente atractivas.

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