El intento del autor de crear una novela histórica, queda completamente desarbolado cuando el protagonista, el emperador Pedro I de Portugal, abandona su infancia y entra en la historia. A partir de ese momento, prácticamente tres cuartas partes del libro se convierten en un manual de historia novelado, en el que el autor muestra la profunda y exhaustiva documentación y análisis del periodo que, eso sí, adorna adecuadamente con la descripción de paisajes y personajes para transformar un manual en prosa con más realidad que ficción. Con todo, es una novela entretenida: la singularidad del momento (la constitución del Imperio del Brasil en el siglo XIX), el exotismo del ambiente tropical (parcialmente trufado de súbitas apariciones de escenarios europeos), la lucha entre liberalismo y absolutismo a partir de la cual se conforman los estados modernos, y la inevitable historia de amor que confronta a la ambiciosa y exuberante amante brasileña del rey, con su fría y digna esposa austríaca, generan una lectura interesante y placentera, aleccionadora que, sin grandes pretensiones, deja buen sabor de boca.
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