Pequeño cuento que
aúna la habitual reflexión sobre el yo y la soledad de las obras de Marukami,
con las implicaciones que en los personajes tienen los lenguajes plásticos que
desarrollan sus protagonistas. Tony es el hijo de un trompetista de jazz, un
vividor que nunca será un buen padre y, completamente ajeno a la vida de su
hijo, se manifestará como su antítesis: vividor, social y hedonista. En cambio
Tony es un joven retraído que se centra en sus dibujos, que exteriorizan su
capacidad expresiva hacia el mundo que le rodea, y que no necesita. Su soledad
es elegida, es voluntaria, le llena. No se siente solo. Sin embargo, conoce a
una chica, amante de la moda, que se interesará por él, provocando un vuelco en
su vida. De la soledad elegida, para a una intensa y compleja vida en pareja
que le condicionará más allá de la muerte de su mujer. A partir de ahí le
atenazará la soledad, esta vez no buscada, y resultado de la ausencia de compañía.
Estas dos soledades, la elegida, positiva, y la impuesta, por negación de la
compañía, harán que su vida oscile hasta que tome la decisión final.
Interesante reflexión intimista, sin llegar a ser una obra imprescindible.
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