Roma desordenada no es una guía turística al uso. Es una
historia de amor, la del autor, diplomático de profesión, con la ciudad.
Aprovechando su privilegiada posición, describe una Roma para todo aquel que quiera
vivirla; y vivirla significa no solo visitarla sino tener tiempo y espíritu
abierto. Tiempo para perderlo (dolce far niente) y espíritu abierto para
salirse de las grandes rutas turísticas e indagar otros lugares, otros
enfoques, otros puntos de vista que adorna la Roma diaria, en la que viven los
romanos, mezcla de antigüedad y modernidad, que contribuyen a crear el maravilloso
mosaico que es la ciudad eterna. Así, los cafés visitados por los literatos
españoles, los estudios de Cinecittá, la roma mussoliniana, los jardines de
Velázquez conviven con los grandes elementos clásicos, como el Coliseo, las
catacumbas o la vía Appia, y con os grandes personajes que en ella vivieron,
desde los grandes emperadores a los soberbios papas, junto a reyes, dictadores
y grandes expertos del bien vivir. A todo ellos se aproxima el autor con la
curiosidad de extranjero, pero con la templanza del ciudadano romano, que se
acostumbra a vivir rodeado de eternidad. Una guía para perderse, para sentir y
para empaparse del espíritu romano, esa forma de ser confirmada por miles de
años de historia y en la que todo, por diferente que sea, es parte de lo mismo.
Con unas dotes narrativas innegables, un fino sentido del humor, y una prosa
tremendamente amena y entretenida, esta “Roma desordenada” es una referencia imprescindible
para el disfrute de la ciudad. Pero sobre todo, es una obra necesaria para todos
aquellos que, de alguna forma, por querencia o herencia, nos sentimos romanos.
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