Es esta una historia de amistad. De
amistad, fidelidad y valores; valores como solo los pueden tener los perros, en
esta novela, trasuntos nobles de humanos, desamparados y maleados por la vida,
pero que viven rodeados de dignidad. Los habituales antihéroes de las novelas
de Pérez Reverte son, en este caso, perros de diverso tipo: patibularios,
consentidos, vividores, más o menos castigados por la existencia, pero que, a fuerza
de haber luchado y vivido, conocen el alma perruna (¿humana?) y tienen
capacidad para mantener un espíritu elevado y libre. El argumento es sencillo:
un perro es robado para dedicarlo a las peleas ilegales; enterado de ello su
mejor amigo, un excombatiente, famoso por su valentía y ferocidad en la arena,
elige dejar de lado la comodidad, el mirar para otro lado, y aún riesgo de su
propia vida, busca a su amigo para rescatarlo, porque es su deber. Entre medias
un mundo sórdido, el de las peleas de perros, y una perspectiva poco usual (la
canina), gestionada con una gran solvencia literaria, y que permite decir cosas
que serían políticamente incorrectas en labios de un humano, aunque fuera de
ficción. Con su maestría habitual, Pérez-Reverte habla de emociones, nobleza y
amistad, sus temas habituales, pero con una intensidad fuera de lo normal, la
intensidad de los sentimientos de nuestros mejores compañeros.sábado, 16 de febrero de 2019
“Los perros duros no bailan”. Arturo Pérez Reverte. Alfaguara
Es esta una historia de amistad. De
amistad, fidelidad y valores; valores como solo los pueden tener los perros, en
esta novela, trasuntos nobles de humanos, desamparados y maleados por la vida,
pero que viven rodeados de dignidad. Los habituales antihéroes de las novelas
de Pérez Reverte son, en este caso, perros de diverso tipo: patibularios,
consentidos, vividores, más o menos castigados por la existencia, pero que, a fuerza
de haber luchado y vivido, conocen el alma perruna (¿humana?) y tienen
capacidad para mantener un espíritu elevado y libre. El argumento es sencillo:
un perro es robado para dedicarlo a las peleas ilegales; enterado de ello su
mejor amigo, un excombatiente, famoso por su valentía y ferocidad en la arena,
elige dejar de lado la comodidad, el mirar para otro lado, y aún riesgo de su
propia vida, busca a su amigo para rescatarlo, porque es su deber. Entre medias
un mundo sórdido, el de las peleas de perros, y una perspectiva poco usual (la
canina), gestionada con una gran solvencia literaria, y que permite decir cosas
que serían políticamente incorrectas en labios de un humano, aunque fuera de
ficción. Con su maestría habitual, Pérez-Reverte habla de emociones, nobleza y
amistad, sus temas habituales, pero con una intensidad fuera de lo normal, la
intensidad de los sentimientos de nuestros mejores compañeros.“El hombre de la dinamita”. Henning Mankell. Tusquets
Antes de crear el fabuloso
personaje de Kurt Wallander, Mankell se adentró por otros universos literarios.
Entre ellos la crónica social. Sin renunciar a la ficción, en este duro libro
en formato novelado, Mankell nos acerca la historia de un personaje real de
principios del siglo XX, un dinamitero accidentado de joven que tuvo que luchar
toda su vida para salir adelante en las peores condiciones. Es la historia de
un hombre, pero también de una Suecia muy diferente al conocido paraíso
socialdemócrata en que devino a finales del siglo XX. También es la historia
del movimiento obrero sueco y del incipiente socialismo revolucionario. Con un
estilo sobrio, periodístico y una atrevida estructura narrativa, la novela se
convierte en la crónica social de los desamparados que, tanto en Suecia, como
en otros países, siempre han sido los humildes, los trabajadores relegados a
empleos duros que nadie quiere; y al tiempo es el relato de sus necesidades
vitales, sus esperanzas e inquietudes. Una magnífica novela para recordar cosas
que quedaron atrás en la evolución de las sociedades capitalistas y que nunca
deberían volver a repetirse.sábado, 9 de febrero de 2019
“Moriría por tí y otros cuentos perdidos”. Francis Scott Fitzgerald. Anagrama
“El primer siglo después de Beatrice”. Amin Maalouf. Alianza
Las novelas de Amin Maalouf suelen basarse en la fijación de una tesis
fundamental, una idea fuerza descollante, y brillante envoltorio de ficción que,
al tiempo que exquisito en la forma, es sencillo, cálido y cercano. Todo ello
constituye libros bellos en lo formal, de gusto agradable, que dejan la
sensación de que el tiempo empleado en su lectura, es tiempo ganado para el
corazón del lector. En “El primer siglo después de Beatrice”, la tesis desborda
la ficción que, aún estando al servicio de la primera, queda excesivamente
subordinada, resultando algo naïf. Frente a una novela con trasfondo, como
puede ser la exquisita “Samarcanda”, o “La Roca de Tanios”, e incluso la magistral “León
el Africano”, en este caso las tesis se agolpan en la novela, dejando un mínimo
espacio a la trama, que apenas puede levantar cabeza. No es un libro malo, todo
lo contrario, la prosa agradable y elegante de Maalouf es evidente, pero el
conjunto de ideas sobre la que el autor nos quiere hacer reflexionar (las
migraciones como base de la evolución, la intolerancia entre el primer y el
segundo mundo, el feminismo, la necesidad de renovar las tradiciones… todos
ellos, temas típicamente suyos) resulta apabullante y desplaza la trama a un
segundo lado. Más que una novela, el libro constituye un manifiesto, cuidado,
eso sí, sobre las inquietudes del autor, pero queda lejos de las obras (maestras)
de ficción que adornan su carrera.
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