domingo, 21 de septiembre de 2025

“Hamnet”. Maggie O’Farrell. Libros del Asteroide.

 


Como si de una obra de teatro del Siglo de Oro inglés se tratase, Maggie O´Farrell se adentra en las escenas que marcaron la vida de Agnes (Anne) Hatthaway, la esposa de William Shakespeare, verdadera protagonista de esta exquisita novela que, con el pretexto de contar la vida del pequeño Hamnet Shakespeare, uno de los hijos del autor inglés cuya muerte, presuntamente, desencadenó la escritura de la gran tragedia que es Hamlet, da vida a la sociedad de la Inglaterra rural del siglo XVI, con vívidas escenas que reflejan sus costumbres: la alimentación, la piedad, la educación, la medicina, los viajes,… el teatro. Sí, porque a pesar de que el propio Shakespeare es un personaje secundario, como si de diferentes actos se tratase, se despliegan los momentos álgidos de la vida de su esposa, elevada a la categoría de actriz principal en una tragedia que, viéndose venir, no deja de sorprender. Hamnet, William, Agnes,.. son actores del drama de la vida, una mujer apegada a sus hijos, un padre ausente en busca de fortuna, amor, celos, envidias, sonrisas, juegos y disputas. La vida entera fluye en torno a Agnes, una mujer poderosa que vertebra la novela, cuidadísima en su documentación y detalles, un auténtico mosaico de costumbres que no puede dejar indiferente, y que con un final in crescendo¸ digno de un auténtico drama teatral, permite, como el teatro de la época, reflexionar sobre los grandes temas de la vida: el amor y la muerte.


“Metafísica del aperitivo”. Stephan Levy-Kuentz. Periférica.

 


Los críticos (de cualquier rama artística) suelen tener un concepto elevado de sí mismos. A fuerza de leer, ver o escuchar, creen tener acceso a las claves de la creación. Si bien es cierto que el paladar del buen gusto se nutre del disfrute del arte ajeno, eso no implica que haya un trasvase de capacidades entre autores y observadores. Los críticos, en fin, cuando abandonan el análisis y se tornan en creadores, en el convencimiento de que conocen lo que hay que saber para crear obras maestras, demuestran dos cosas: que la crítica es subjetiva y no es arte; y que manifestar erudición, no es una muestra de calidad, sino de pedantería cuando se convierte en objetivo principal. Supuestamente, esta pequeña obra de Levy-Kuentz trata de mostrar diferentes cuadros sociales y personales desde la óptica de un diletante protagonista, el propio autor, que desde la terraza de un bar parisiense actúa como crítico de las situaciones vitales que observa. No es esencialmente aguda, ni suficientemente irónica, ni esencialmente grande; es una obra pesada, llena de citas que apenas permiten disfrutar de una lectura, por otra parte, absolutamente prescindible. Obra, eso sí, necesaria para posturear, tanto el autor como los desprevenidos lectores que esperen una escritura más auténtica, menos alambicada y más sincera.  


“A la mierda la autoestima. Dadme lucha de clases”. Jean Philippe Kindler. Serie cero


¿Es posible, en los inicios del siglo XXI, recuperar la lucha de clases como eje de actuación social que lleve a las personas y a las sociedades hacia la felicidad? A juicio del autor, la respuesta es sí, sino que es más necesario que nunca y es que, según él, la sociedad y, en concreto las izquierdas, han abandonado la lucha social por el bienestar individual y han entrado en la rueda del capitalismo consumiendo un producto, aparentemente inocuo, la autoestima, con el que el capital, les ha hecho abandonar su esencia. Urge, pues, abandonar casi revolucionariamente el recurso ñoño de pensar en la felicidad individual, la autoestima y el yo, por una conciencia colectiva, en la que lo común prime sobre lo individual. Este planteamiento que, además de entroncar con el pensamiento de izquierdas de hace 150 años, rompe con el de las descafeinadas izquierdas actuales, presenta dos graves problemas que se destilan en la propia obra: el recurso fácil a culpar de todo a la derecha, al capital, al liberalismo, demostrando que se ha diseccionado mucho a la izquierda, pero para nada se ha analizado lo que hay más allá; y por otro la fácil y cómoda propuesta de identificar el problema, pero no ofrecer soluciones (no siquiera realistas) Kindler es capaz de hacer una radiografía perfecta de ciertos problemas, e incluso de las causas, y posiblemente acierte al diagnosticar los males de la sociedad actual, ensimismada, egoísta y vanidosa, pero no se da cuenta que esos males, como concepto son transversales y que la división izquierda derecha, capital fuerza de trabajo, corresponden a un discurso y unas realidades no actuales. Cuando en estas fechas se habla de lucha de clases, suele ser demagogia derivada del sentimiento de culpa y de inacción, y suele ser una manipulación activa. Posiblemente Kindler sea uno de los pocos que crea en ello, y por ello, su manifiesto resulta fresco y atractivo, pero la realidad no es la de hace 150 años, la sociedad es otra, y achacar todos los males al capital y al enfrentamiento entre fuerza productiva y explotadores, posiblemente ya no cuela. Más que retratar a una sociedad enferma, lo que refleja es la crisis actual de la izquierda woke.

“Los números insólitos. Una mirada de reojo del menos uno al infinito”. Tommaso Maccacaro y Claudio Tartari. Siruela

 


Una más de las innumerables obras de divulgación científica que tratan de atraer a los “mortales” al universo de las matemáticas. Con una cierta dosis de erudición y de sana comicidad, sin excesos, como debe ser, el autor acerca las matemáticas a través de algunos números de apariencia simple (el -1, el 0…) y otros más complejos (como infinito) Una obra de lectura amena para quien quiera conocer anécdotas matemáticas y numéricas, sin ir más allá.


“El mayorazgo de Labraz”. Pío Baroja. Alfaguara.

 


Obra perteneciente al ciclo de ambientación vasca de Baroja, presenta todos los grandes elementos de su literatura: el anticlericalismo, el cainismo, los ambientes sórdidos, los personajes estrambóticos, y la falta de justicia real para los malhechores. Ambientada en un pequeño y oscuro pueblo típicamente noventayochista, cuenta la historia de un mayorazgo noble que se ve traicionado por un familiar cercano, que criado fuera del pueblo (y, por tanto de la esencia) roba las reliquias de la iglesia y se fuga con la protagonista. Un calavera, típico señorito de ciudad barojiano, que genera sensación de frustración e impotencia, las propias de una España (y aquí, como casi siempre, el ambiente vasco no logra desgajarse de la España de la época) en decadencia. Sociedad desencantada y rendida, autohumillada por la inacción (otro de los elementos clave del autor) y que se deja a si misma, sin un atisbo de esperanza. Al contrario que en las obras de ambientación madrileña o europea, por duras que sean, no hay el más mínimo rayo de esperanza. Típicamente barojiana, expresiva, con toques románticos, es una obra hija de la generación a la que representa.