El capitán Chimista, coprotagonista (aunque no principal)
de esta entretenida novela de aventuras, es el ejemplo de marino universal. Tan
pronto piratea en las Antillas, como comercia en el sudeste asiático. Y en
todos los sitios su estrella, su aura, fulgura como un referente de tenacidad,
decisión y voluntad. Contada a modo de diario, más que una novela continua es
una secuencia de peripecias, anécdotas y vivencias que, en algunos casos, con
gran plasticidad, se abren luminosas a los vívidos ambientes que reflejan.
Embil, el protagonista formal, es la palanca que utiliza el autor para hablar
de Chimista, cuya figura se magnifica a medida que avanza el relato, más como una
poderosa imagen, que como un personaje real, transmitiéndonos así su carácter legendario.
El aire marinero, típicamente vasco, se ve enriquecido por una documentadísima
ambientación y descripción de todos los mares que en el mundo son, y que
constituyen el hogar de Chimista, un hogar sin fronteras, propio de los seres
libres.

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