lunes, 9 de marzo de 2020
“Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas”. Melania Joy. Plaza y Valdés.
Con el subtítulo de “Una introducción al carnismo”, la autora presenta en este documentadísimo trabajo la esencia del movimiento carnista y su filosofía, el carnismo que, por exclusión, sería la opuesta al veganismo. La autora profundiza en el por qué las personas no sentimos empatía antes los animales que consumimos, permitiendo los excesos de la industria cárnica, que cada año procesa la carne procedente de millones de animales a los que maltrata. La tesis de la autora parte de la violencia necesaria para mantener el sistema (la eliminación de los animales) y como para mantener el gradode violencia (criado, enajaulado, sacrificado y procesado), el negocio se mantiene oculto ya que no sería del agrado de nadie. Sin ser eso falso y teniendo razón, la conclusión que parece obtenerse es que la única alternativa razonable es el veganismo, cuestión al menos discutible. Ciertamente el bienestar animal es un valor en alza y éticamente reclamable, pero ser carnívoro u omnívoro, no es una condición reprochable. Otro de los errores de fondo es que, por más que empaticemos con un animal, la relación entre humanos siempre es y será distinta, no comparable. La obra juega con el difuso mundo de los sentimientos (si se quiere a un animal, ¿por qué matarle?), pero lo hace con las cartas marcadas: el término (querer) es el mismo, pero el sujeto (animal, vs humano) no es el mismo. En definitiva, una obra polémica que tiene el valor de sacar a la luz lo que ciertamente la industria cárnica oculta y que puede provocar el necesario reclamo de una forma ética o humana (como posiblemente gustase de decir la autora) de gestionar los animales de consumo, incluso de equilibrar las dietas para provocar una mejor relación, pero sin caer en el prejuicio de que el carnismo es pecaminoso.
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