lunes, 25 de julio de 2016

“La diversidad de la Ciencia. Una visión personal de la búsqueda de Dios”. Carl Sagan. Planeta

Este volumen recoge la trascripción de las charlas que el gran divulgador estadounidense ofreció en el marco de las Conferencias Guilford  sobre Teología Natural en 1985. Carl Sagan es, posiblemente, el mejor divulgador científico de las últimas décadas: el carácter enciclopédico de su conocimiento, sus planteamientos profundamente conceptuales, nada intransigentes, su gran impronta humanística, le convierten en un referente imprescindible en cualquier reflexión y debate sobre el origen y el destino de la especie humana. Las Conferencias Guilford, analizan la trascendencia de la Naturaleza y, con ella, la necesidad o no de una explicación teológica del origen de todo lo que nos rodea. Este marco, a caballo entre el pensamiento religioso y el conocimiento científico, es el ámbito privilegiado para que Sagan pueda ofrecer su reflexión personal sobre la existencia de Dios. Sagan no cree tanto en Dios, como en el hombre, en su profunda capacidad de superación, su curiosidad, su espíritu aventurero, que le ha llevado a descubrir la tierra, el mar y, ahora, el espacio; en cierto modo, por su continua necesidad de descubrirse a sí mismo. Padre conceptual del proyecto Voyager, defensor de la existencia de civilizaciones avanzadas en el Universo (Contact), plantea con elegancia, humildad y respeto el conflicto que surge entre las religiones tradicionales y la realidad basada en la experiencia. Con científica precisión, su argumentación parte de la minúscula posición de la Tierra en el Universo, y avanza a través de las grandes leyes de la física, tanto newtoniana como relativista, que constituyen, a modo de religión un todo en el Universo. Sagan, sin negar formalmente a Dios, plantea como, a medida que el hombre ha conocido mejor su entorno, ha modificando su sentimiento trascendente, posiblemente necesitando saberse algo más que lo que es, solitario en el espacio, pero sin darse cuenta que, precisamente el conocimiento, le indica que hay algo más allá, que no está solo en el Universo.

“Madrid Negro”. VV.AA. Siruela

El volumen recoge once historias de tintes policíacos que tienen, como común denominador, desarrollarse en Madrid, cada una en un barrio diferente. El planteamiento, que podría convertirse en un pastiche, se traduce, sin embargo, en una excepcional compilación de cuentos breves, algunos casi negros, de una gran calidad, gracias al acertado enfoque compilador de Ernesto Mallo (gran autor en sí mismo), y Ofelia Grande, quienes han sabido dar coherencia a un conjunto muy dispar de enfoques, estilos y planteamientos. Un libro entretenido, para disfrutar, con un formato agradable, de los que crean afición al genero, y gustan a los ya convencidos.

“La vida es matemática”. John Allen Paulos. Tusquets

El famoso matemático John Allen Paulos realiza un encomiable esfuerzo por hacer converger dos líneas de conocimiento tan dispares como la matemática y la biografía. Para ello, tomando como eje su propia peripecia vital, analiza situaciones que pueden describirse en términos matemáticos. No es un libro de matemática recreativa, pues en muchos casos el desarrollo argumental se basa en teoremas complejos, o requiere un fundamento matemático potente; tampoco es, por tanto, un libro al que un lector con unos conocimientos básicos e interés superficial pueda acceder. La carga filosófica es excesiva, y el conocimiento base requerido, amplio. Su estilo es el típicamente divulgativo de los grandes científicos americanos con pocas dotes divulgativas; es decir, es pesado. Supuestamente entretenido y jocoso, llega a hacerse eterno, con difícil seguimiento del hilo argumental, salvo en algunos casos que analizan temas de interés. Libro apto para los muy interesados en las matemáticas, y no precisamente superficiales.

“De Caravaggio a Bernini”. Palacio Real de Madrid. (Junio a Octubre de 2016)

Una exposición especialmente dedicada a los muy fans de la pintura y escultura clásicas del Seicento italiano, y para todos aquellos interesados en la historiografía de las colecciones reales españolas, que no cesan de ofrecer sorpresas, como las obras de esta exposición que, por primera vez (en torno a la mitad de la muestra), se exponen al público. No es una exposición sencilla, ni fácil de comprender. La variedad de autores, la abundancia de obras, el discurso narrativo de la muestra y la heterogeneidad de temas (el principal nexo es la fecha y el origen de las muestras), dificultan obtener provecho, y llevan a una rápida saturación visual. No cabe duda de la excepcionalidad de las obras, algunas de ellas, obras maestras de primer nivel, ni de la calidad general de la muestra; pero no es una exposición didáctica, es  compleja para el gran público, muy alejada de las recientes y exitosas muestras que las grandes pinacotecas madrileñas, especialmente Prado y Thyssen, ofrecen de manera regular al público. Apabullante, densa y excesiva, agradecería una mini-guía que dirigiera al espectador a las obras principales, como los Cristos de Bernini, y Le Brun, “La Conversión de Saulo” de Reni o “La túnica de José” de Velázquez…., y dejar el grueso para estudiosos.

sábado, 9 de julio de 2016

“Kew Gardens y otros cuentos”. Virginia Woolf. Nórdica

Dentro de su excepcional colección, Nórdica nos ofrece en este volumen tres cuentos breves de Virginia Woolf, autora de la que siempre he tenido la impresión de que estaba sobrevalorada. Aquí, la confirmo (al menos, por el momento). Posiblemente el problema de esta obra es que no son verdaderos cuentos, no es lo que el lector espera. La peripecia vital de Virginia Woolf se traslada perfectamente a su estilo, existencialista, metafórico, simbólico…; no es una autora de fácil lectura, antes bien, requiere una preparación previa y eso no la hace mejor ni peor, simplemente obliga al lector a abrir un dubitativo análisis sobre su valía: ¿es difícil de entender o simplemente es una autora con oficio que en la aparente complejidad esconde su verdadero nivel?. Posiblemente sus fans opinen lo primero; yo, de momento, estoy en la segunda hipótesis aunque reconociendo, sin duda, la capacidad para crear imágenes en tempo lento. Con todo, una lectura interesante si se hace de forma sosegada, permitiendo, de paso, saborear las excepcionales ilustraciones de Elena Ferrándiz,  quien sin duda ha resuelto el “enigma Woolf” y ha sido capaz de adentrarse en su complejo mundo interior.

“Georges de la Tour”. Museo Nacional del Prado. Madrid (23/02/16-12/06/16)

De clamoroso éxito debe calificarse la arriesgada exposición acometida por el Prado en torno a un autor prácticamente desconocido por el gran público, aunque clave en la historia de la pintura, no sólo francesa, sino Europea. La casi integral de Georges de la Tour (se expusieron gran parte de sus apenas cuarenta pinturas), ha reunido obras maestras cedidas por algunas de las mejores pinacotecas del mundo, incluyendo las dos que atesora (y nunca mejor dicho) el Prado. En ella admiramos a un autor con fuertes inquietudes sociales, que al margen de su vertiente cortesana, quizás la menos interesante, centra su mirada, la que se refleja en sus mejores cuadros, en tipos humanos, especialmente mujeres, solitarios, tranquilos y reflexivos, a modo de santos laicos; es un pintor que partiendo del claroscuro barroco, nos acerca al intimismo prerrafaelita. Su paleta, aparentemente limitada a los marrones, muestra una infinidad de tonos, realzados por los fogonazos carmesíes que permiten balancear el peso cromático de los cuadros; tonos cálidos que se iluminan con una absoluta maestría, apenas igualada en la pintura. Las pieles mórbidas de sus mujeres, sus transparencias y la gran capacidad para pintar la oscuridad nos sitúan ante un grandísimo maestro que debe ser tenido entre los más grandes de la pintura.

“Londres”. Paul Morand. Confluencias

Londres es la carta de amor que el diplomático y literato francés Paul Morand escribió a su más querido destino. Con una profunda erudición Morand nos deleita con una brevísima historia de la ciudad, desde su fundación (“Londres fue construida por gigantes”, primera frase del libro y toda una declaración de intenciones), hasta la posguerra. Y con ella nos cuenta la historia de Inglaterra desde una perspectiva nítidamente continental. Y es que para Morand Londres es la mejor Londres cuanto más europea es, no en vano el Támesis es “el afluente prehistórico del Rhin”, los romanos la dotaron de civilización, su comercio es europeísta… Es un lujo contar con diplomáticos con inquietudes artísticas, ya que aúnan el privilegiado acercamiento a sus destinos, con la confrontación noble frente a sus países de origen. En este caso, esto se traduce entre un exquisito juego de espejos entre las dos orillas del Canal de la Mancha. Y el autor, que vivió las décadas convulsas de la primera mitad del siglo XX, aporta interesantes y lúcidos análisis sobre la historia británica: el origen del liberalismo, la alianza de los burgueses y comerciantes frente a reyes y nobles…. Sin embargo, la s luces de la ciudad no ocultan sus sombras, y Paul Morand nos las cuenta en la segunda parte, la que se ambienta a partir de los años 30, y en el que, contrastando con la locura y alegría de la belle epoque nos muestra una urbe pobre, sucia y deprimente de los años 30, que forjó el valor de sus habitantes como preludio al horror de los raids alemanes, sentando las bases de la gran ciudad que es. A Paul Morand, muerto en 1976, justo después del primer referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en Europa, sin duda le hubiera provocado una sonrisa saber que, junto cuando Inglaterra ha decidido con el brexit dar la espalda a Europa, Londres, fiel a sus orígenes sentimentales, votó mantener su noviazgo. Un libro imprescindible para los amantes de tan bella ciudad.

“La misa negra”. Olivier Barde-Cabuçon. Siruela

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Sin más (ni menos) pretensiones que entretener, “la misa negra” narra un caso de asesinato de tintes satánicos resuelto por el “comisario de las ,muertes extrañas” y su padre. Ambientada la Francia prerrevolucionaria, un marco histórico poco habitual para una novela policíaca, pero sumamente atractivo por las inmensas posibilidades que ofrece (bien aprovechas por el autor), sorprende por su agilidad, erudición y excelente ambientación. Trama bien hurdida, con continuas idas y vueltas, que obligan al lector a permanecer atento a todos los recovecos en los que se esconden los detalles que permitirán, al fin, resolver la trama. En el haber de su autor la capacidad para ocultar, hasta el último momento, la verdadera filiación de los personajes, que constituyen una galería sólida y potente, capaz de perdurar en el tiempo como los folletines de su época. Típica obra para el disfrute sosegado de la literatura policíaca, relajante y adictiva, ni más, ni menos. 

“La agenda negra”. Manuel Moyano. Pez de plata

Ulises Roma baja al infierno de su desesperación por la muerte de su mujer y allí encuentra, como no, al diablo y su corte. Mientras los acontecimientos se suceden de forma inmisericorde, el protagonista y el lector deberán hacer una profunda reflexión sobre los límites de la justicia y la venganza, trasfondo general de la entretenida novela de Manuel Moyano, todo un descubrimiento. Sin recurrir a ambientaciones ni efectismos extremos, el autor es capaz de crear un universo paralelo, en el que sólo se mueven los protagonistas, reforzando la sensación de clandestinidad que su actividad requiere. De alguna forma, la secuencia de los hechos hace inevitable su discurrir, con una lógica propia y particular, lo que , pese a su brutalidad, les otorga verosimilitud. He ahí parte del mérito del autor: es capaz de plantear el debate ético en un marco posible, creíble, aunque poco probable. No es una novela fantástica, ni siquiera negra. Es una novela de estilo propio y personal, como lo es su calidad narrativa. Sencilla y efectiva, la escritura se pone completamente al servicio de los hechos y del debate ético que plantean. Entretenida, es una obra que merece la pena ser leída.

martes, 5 de julio de 2016

“La piedra negra y otros relatos de horror sobrenatural”. Robert E. Howard. Valdemar

Los relatos de Howard están poblados por individuos primigenios, deidades que hunden sus raíces en una tierra ancestral y carente de vida humana, grandes seres indescriptibles, repulsivos, malditos y poderosos, que viven acechando a los hombres… y esos hombres, esos  supuestos hombres de las primeras razas, las que acrisolaban todo lo anterior y crearon un sustrato mixto entre el mundo histórico y el ancestral. En este universo, se mueve con desenvoltura Howard, no en vano considerado un discípulo aventajado de Lovecraft con quien tuvo intensos contactos y con el que colaboró en la elaboración de su cosmogonía de Ctulhu. Pero Howard no solo siguió los patrones del género fantástico y de terror, sino que contribuyó decisivamente a su enriquecimiento  creando su propio universo, complementario al de su maestro, y que se entrevé en todos sus relatos; sus piedras negras, sus razas arias y pictas permanentemente enfrentadas en el albor de la humanidad, el sustrato primitivo sureño y terrible,… todo ello aparece en sus relatos, conectándolos y dándoles coherencia dentro de su mundo fantástico. La variedad de ambientes, épocas y situaciones que crea siempre guardan un elemento común, un detalle que los conecta entre sí, dando coherencia a su discurso sobrenatural. Con toda su potencia, se advierte en Howard un autor en desarrollo; su temprana muerte quizás privó a la literatura fantástica de un referente primordial, más allá del que llegó a ser como creador de grandes héroes (Conan), o grandes arquetipos del terror (como los gusanos de la tierra). Esta selección constituye una obra de referencia dentro de la excelente colección “El Club Diógenes”.

sábado, 2 de julio de 2016

“Los crisantemos”. John Steinbeck. Nórdica

Exquisito cuento del Nobel Steinbeck que narra, en la América heredera de la Gran Depresión, rural y atrasada, el proceso de toma de conciencia de sí misma de una mujer luchadora y valiente, a la que su entorno inmediato se le queda pequeño y que, orgullosa de sus flores, las utiliza como puerta para trascender de su realidad cotidiana. Un buhonero será quien le haga replantearse todo. La sutileza del relato se ve excepcionalmente acompañada por las preciosas y preciosistas acuarelas de Carmen Bueno en, una vez más, gran edición de Nórdica, editorial empeñada de hacernos disfrutar con su gran nómina de autores, de ilustradores y de editores.

“El viaje de Don Quijote”. Julio Llamazares. Algafuara

Con motivo del centenario de la muerte de Cervantes, el diario El País encargó a Julio Llamazares un viaje que siguiera, por la España del siglo XXI, la ruta que hiciera don Quijote. No pudo elegirse mejor narrador. Llamazares es el gran paisajista de la literatura española, y más, cuando el paisaje implica un viaje y, sobre todo, cuando ha de recorrer terrenos despoblados, en los que el hombre se enfrenta a sí mismo, sin ruidos. Y es que es ahí, en la ausencia de la gente, cuando, precisamente, más trasciende el poso social de la literatura de Llamazares. En los ambientes desolados, Llamazares encuentra el valor intrínseco del ser humano, como en el Don Quijote que, más allá de su valor literario, es una novela humana, de tipos profundos grandes y míseros, por encima de los convencionalismos. No es un viaje cervantino ni  académico, es una excusa para hablar de España, de una España actual que hunde sus raíces en la del Quijote y muestra que, a veces, es más cercana de lo que pensamos. ¿Cómo no evocar tiempos pasados en las ventas de Sierra Morena con su miseria latente?, ¿en el tránsito de los Monegros, con paisajes desoladamente manchegos?, ¿con los bandoleros de la las sierras catalanas?. Con todo, el halo cervantino siempre está presente; desde el inicio del viaje, Cervantes y su obra magna son la muleta que permite hablar de España, y ese es quizás uno de los grandes valores de Cervantes que Llamazares rescata parta el lector, su intemporalidad, su visión crítica y tragicómica de España, la anterior y la actual, porque es la misma. Todo ello en el estilo sencillo y a la vez profundo de Llamazares, quien no interpreta el paisaje, simplemente lo describe, propone preguntas y genera dudas que el lector no podrá evitar tener que responder.