Tomando como pretexto la conocida escala que en Vigo hizo
Stephan Zweig durante su viaje hacia el exilio, el abogado Francisco Uría
escribe una pequeña novela, cuento más bien, tratando de recrear aquella corta
estancia de la que nada más se sabe. El libro es una sana excusa para reivindicar,
por un lado, la figura del autor austríaco y, con él, todos los valores e ideas
que defendía: la paz, la tolerancia, el humanismo, la bondad intrínseca del ser
humano, lo absurdo que resulta vivir atrapado en un idioma, en unas costumbres,
en una cultura y, políticamente la sensación de un mundo que se hunde por la
intolerancia y el fanatismo. Con ese trasfondo, Uría hace un encomiable
ejercicio literario que, sin embargo, se queda tan sólo en un buen intento:
obra con muchos clichés lingüísticos y expresivos, con personajes predecibles, inclusión
forzada de la política española,…. No es un libro prescindible, pero tampoco
imprescindible; su mayor valor, acercar la figura de Zweig,
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