“La
montaña viva” es una carta de amor de la naturalista Nan Shepherd a los Cairngorms,
la monumental región montañosa de Escocia que exploró durante muchos años y a
la que convirtió en un referente vital. Paradigma de la nature writting, esta
clásica obra de principios del siglo XX es un alegato a favor de la comunión
entre el hombre y la Naturaleza. Surgida de la observación respetuosa, aúna
naturalismo y filosofía propugnando un reencuentro entre el hombre y los
fundamentos de la naturaleza, en este caso, del imponente macizo montañoso al
que se acerca con admiración, humildad y respeto, en un proceso de observación
activa, continua, a lo largo del tiempo. La piedra, el agua, el aire, las plantas,
los animales y, claro, el hombre, son los protagonistas de esta exquisita
narración que, lejos de dictar lecciones morales, simplemente abre las puertas
a la visión de las maravillas que la montaña esconde para que todos los
espíritus inquietos las abracen. “No me interesaban las montañas como tales,
sino los efectos que causaban en mí. Cuando me adentro más en la vida de la montaña,
me adentro también en mí misma. No existo fuera de mí misma, sino en mí misma.
Existo. Conocer el ser es la gracia final que se otorga desde la montaña”.
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