lunes, 2 de septiembre de 2024

“El arte de envejecer”. Marco Tulio Cicerón. Koan.

 


El el siglo I a.C. Cicerón, el gran prócer republicano, senador, amigo y posteriormente adversario de Julio César, un político, filósofo y retórico que encarnaba las grandes virtudes del Estado de Roma, en el ocaso de su vida, escribió “De senectute”, un tratado en el que, imitando el estilo tan aclamado de su admirado Platón, a modo de diálogo, diserta sobre la vejez, como una parte necesaria e inevitable de la vida, que considera la mejor, y en la que la experiencia, la sabiduría, los nuevos placeres, permiten vivir en plenitud. Cargada de recomendaciones, vivencias propias, y ejemplos de lo que hoy llamamos saber vivir, en esta obra Cicerón reflexiona sobre las etapas de la vida, sus pros y sus contras, concluyendo que puede ser un momento de éxtasis y de placer en el que saborear nuevas experiencias de la vida, imperecederas, trascendentes, en la que lo que importa no es la fuerza física o el sexo, sino el vigor mental, la reflexión y la mirada experta sobre la vida. Una mirada intemporal sobre la vejez, porque la sabiduría de los ancianos, esa sí que no envejece.


“La hermana pequeña”. Raymond Chadler. RBA

 


Detectives irónicos, rubias fatales, morenas explosivas, policía embrutecida, gangsteres, todo eso definiría cualquier novela negra al uso, basada en la tradición. Si le añadimos diálogos brillantes, metáforas exquisitas, la california de principios de siglo, atmósferas vívidas, personajes sencillos y, a la vez, llenos de matices, y tramas enrevesadas, pero creíbles e inteligentes, sólo podemos hablar del universo Marlowe. El arquetipo del género, el investigador privado que marca el canon y que ha tenido tantos imitadores como novelas se han escrito tras las que él protagoniza. En este caso, el antihéroe por excelencia investiga una trama que mezcla gánsteres, cine y médicos corruptos, perfectamente trasladable al cine, y perfectamente adaptable a cualquier época, tan bien desarrollada está. Una auténtica joya en la que el autor, con un estilo maduro, se recrea en los detalles y los diálogos, con un lenguaje nada convencional, que no pasaría ningún filtro woke un siglo después. Y sin embargo, como obra clásica, imperecedera, con protagonistas espléndidos y situaciones complejas, para lectores exigentes que no se quedan en los fuegos de artificio de los ágiles diálogos; tramas en las que, a pesar de todo, de la sordidez, de la maldad, de la corrupción, tras giros inesperados que llegan hasta el último momento, siempre se hace justicia porque Marlowe, con todo, es un hombre bueno.