Donde mejor se expresa Dicker es en la intriga, el misterio o, al menos,
es a lo que más y mejor nos ha acostumbrado. El registro de “Los últimos días
de nuestros padres” es completamente diferente: un grupo de exiliados franceses
durante la segunda guerra mundial se integran en los servicios secretos
británicos quienes, tras meses de convivencia, les mandan tras las líneas
enemigas para ayudar a preparar la invasión continental. Y nada más: viven,
aman, sufren. Y nada menos. La prosa sencilla y eficiente de Jöel Dicker se
manifiesta en todo su esplendor: trama bien llevada, historias creíbles (salvo
alguna trama secundaria), y varias tesis subyacentes: el hombre es capaz de lo
mejor y de lo peor, los héroes no existen, hay que tratar de ser Hombres. Novela
que atrapa porque, al margen de la trama sencilla, e incluso, previsible, los
personajes no artificiosos, sus miserias, sus inquietudes, son un reflejo de
cualquiera. Pasan cosas, es una novela con acción, pero no de acción, lo que
pasa es la vida misma. Y por eso, a pesar de no ser el registro más alabado de
Dicker, sigue siendo una novela reconocible de su autor, porque es de todos, y
para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario