Acertadísima muestra la que enfrente a dos grandes pintores del siglo
XIX: discípulo (Monet) y maestro (Boudin), en la que se refleja la influencia
que ejerció Boudin en uno de los grandes referentes mundiales de la pintura
paisajista. Relación poco conocida que sin embargo se acierta a ver como
tremendamente intensa, no sólo en cuanto al magisterio técnico, sino temático y
espiritual. Un descubrimiento mayúsculo para todos los aficionados al arte. Estructurada
en torno a temas (marinas, escenas de playa y puertos, paisajes pintorescos..)
y técnicas (pasteles, acuarelas,..) la muestra recorre la relación entre los
autores, y las influencias mutuas, y sobre todo analiza cómo, con diferentes
lenguajes formales, una misma manera de afrontar la visión de la naturaleza, la
luz y el color, permite ampliar el conocimiento de la misma. Una auténtica
delicia sensorial para el espectador menos experimentado, y una gran lección
pictórica para aquel que quiera profundizar en la trayectoria de los autores y
en sus planteamientos técnicos surgidos de la investigación mutua: los cielos a
tres cuartos, la experimentación con los diferentes materiales, los esfuerzos
para captar la atmósfera… En cualquier caso, una muestra que no puede dejar
indiferente, y siempre para bien; una exposición de altísimo nivel que
dignifica el espacio expositivo en el que se encuentra y que permite agrandar a
Boudin, no sólo por su capacidad de influencia sobre Monet, sino al conocer su
maravillosa evolución, desde un formalismo casi academicista, hasta un
preimpresionismo y, casi, avance (algo dubitativo) hacia la abstracción.
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