Es esta una historia de amistad. De
amistad, fidelidad y valores; valores como solo los pueden tener los perros, en
esta novela, trasuntos nobles de humanos, desamparados y maleados por la vida,
pero que viven rodeados de dignidad. Los habituales antihéroes de las novelas
de Pérez Reverte son, en este caso, perros de diverso tipo: patibularios,
consentidos, vividores, más o menos castigados por la existencia, pero que, a fuerza
de haber luchado y vivido, conocen el alma perruna (¿humana?) y tienen
capacidad para mantener un espíritu elevado y libre. El argumento es sencillo:
un perro es robado para dedicarlo a las peleas ilegales; enterado de ello su
mejor amigo, un excombatiente, famoso por su valentía y ferocidad en la arena,
elige dejar de lado la comodidad, el mirar para otro lado, y aún riesgo de su
propia vida, busca a su amigo para rescatarlo, porque es su deber. Entre medias
un mundo sórdido, el de las peleas de perros, y una perspectiva poco usual (la
canina), gestionada con una gran solvencia literaria, y que permite decir cosas
que serían políticamente incorrectas en labios de un humano, aunque fuera de
ficción. Con su maestría habitual, Pérez-Reverte habla de emociones, nobleza y
amistad, sus temas habituales, pero con una intensidad fuera de lo normal, la
intensidad de los sentimientos de nuestros mejores compañeros.
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