Historia vertiginosa e iniciática en la
que un grupo de amigos celebran una juerga que se convierte en una huida hacia
adelante, contra las autoridades y, en cierto modo, la sociedad. Abocados a la
marginalidad, tras una borrachera inicial comienzan a cometer una serie de tropelías
que, poco a poco, alimentan una espiral que en 24 horas les lleva al infierno.
Esta novela, censurada en su época por sus críticas a las fuerzas vivas (Guardia
Civil, Iglesia y nobles), es un reflejo de la foma de ser gallega, de sus tipos
y de su idioma, que se valoran frente a lo castellano, que encarna lo uniformador,
represor y, en definitiva, ajeno. Es un libro que se escucha, en el que el
habla popular llega a los oídos del lector. El excelente epílogo de Manuel
Rivas en esta edición, permite poner en contexto la obra, que se antoja como
un clásico de la literatura española del
siglo XX. Con evidentes reflejos del “Ulises” de Joyce, e incluso “La regenta”
de Clarín, las aventuras de los tres amigos en la mítica Uria, trasunto de la
ciudad de Lugo, no dejan indiferente al lector, quien asiste impotente al trágico
final, inevitable. Una buena novela, con una magnífica traducción.
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