miércoles, 3 de enero de 2024

“Escucha la canción del viento” y “Pinball, 1973”. Haruki Murakami. Tusquets

 


Las dos primeras novelas de Murakami, son ya un clásico de la literatura, los ejemplos donde se vislumbra el genio, pero que todavía no lo es. Escritas mientras aún no se dedicaba profesionalmente a la escritura, en la trastienda de su bar, a ratos libres, con fuertes rasgos autobiográficos ya muestran el esbozo de su estilo: conciso, formal, elegante y pulcro, de lenguaje cuidado… y sus temas, en principio triviales: el simple discurrir de la vida, el paso del tiempo tras la barra de un bar, el análisis de la profundidad de las relaciones, la aparición de episodios fantásticos, la música de fondo, el encuentro cultural entre Occidente y Japón… todo ello ya está aquí. Pero no es aún Murakami. Se le ve venir, se le intuye y se le reconoce, pero falta la profundidad del Comendador,  la sensibilidad de Tokio Blues, o la intensidad de After dark. ¿Merece la pena? Sí, sin duda, pero no como una primera aproximación al autor. Para los auténticos fans pueden parecer decepcionantes, no por deficientes, sino por comparación con sus obras cumbre. Murakami no es el típico autor cuya carrera empieza con una obra esplendorosa cuyo camino trata de encontrar en los escritos posteriores. No, Murakami, crece y mejora con el tiempo. Su prosa, en apariencia básica, cuanto más escribe, más compleja es pero parece, incomprensiblemente, más sencilla, siempre al servicio de las historias que, como todo en él, en una segunda lectura, en un análisis ulterior, revela su complejidad y riqueza. En este caso, un estudiante, su alter ego, sin nombre porque aún es desconocido, narra unas vacaciones melancólicas, en compañía de El Rata, y visitando el Jay´s Bar. Las relaciones pasadas y presentes, las expectativas vitales, sus impresiones comienzan a fraguar unos años más tarde, ya en Pinball, donde el estudiante vive una extraña relación con dos gemelas que conoce en la calle y El Rata trata de encontrarse a sí mismo en el Jay´s. Pequeñas historias que adornan el argumento principal, con personajes fantásticos, algunos de ellos oníricos,.. todo ello es una excusa para describir el paso del tiempo y, con él, las sensaciones, las reflexiones, las impresiones, que constituyen los verdaderos argumentos de la obra de Murakami.


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