domingo, 2 de marzo de 2025

“Las calles siniestras. Antología del eterno paseante”. Pio Baroja. Editorial La Felguera.

 



Obra recopilatoria de escritos de Baroja (ensayos, artículos, fragmentos de obras) reunidas tomando como hilo conductor su gran pasión: pasear y observar la vida. Es sabido que Baroja era un gran paseante. Como parte de su actividad creativa, deambulada por sitios elegidos en los que la vida se mostraba en toda su realidad. Desde la ronda de Toledo hasta Whitechapel, en todos las ciudades en que residió y a las que viajó, Baroja estableció una conexión única con la sociedad menos afortunada y, con ojos periodísticos, fue capaz de reflejar la realidad de sus gentes y describir las cadenas a las que estaban sujetos. Convencido de que la sociedad, la tradición y la bajeza moral determinaban el destino de los pueblos y les impedían salir de él, con su análisis crudo, certero, aséptico y casi científico aporta, curiosamente, las claves para entender el remedio: la formación, la solidaridad, la generosidad, el interés por los demás… esos valores que brillan por su ausencia, se convierten en los canalizadores de la mejora social deseada. Y como siempre, como gran observador, humilde, solitario y receptivo, su vocación de paseo y su profunda sensibilidad hacia lo bello le permitirá ver y describir paisajes soberbios, atardeceres grandiosos, que contrastan con la miseria humana que cobijan siendo, posiblemente, junto con Velázquez, el mejor pintor de cielos de Madrid, principal escenario de sus andanzas.


“Nueva York y sus escritores”. Julia navarro. Plaza y Janés.

 


Pequeño ensayo que recoge la relación de algunos de los más eminentes literatos que han vivido o descrito la gran manzana. Llena de anécdotas, es una invitación a conocer la ciudad y a leer un pequeño, pero selecto grupo de obras literarias que reflejan aspectos diferentes de la ciudad. Auster, Morrison, Lorca, Capote… son sólo algunos de los protagonistas, cuyas breves notas biográficas permiten conocer y contextualizar el conjunto de su obra.  


“Camino de Perfección”. Pio Barajo. Caro Raggio.

 


Obra de profundidad de Baroja que, aunque incrustada en la trilogía de Paradox, en nada tiene que ver. Aquí, el protagonista, casi un alter ego del autor, sufre una profunda crisis personal, que le lleva al camino, a ver mundo y a encontrarse a sí mismo. El hastío, los convencionalismos, el predeterminismo burgués, le provocan rechazo y busca alejarse de lo escrito (su carrera médica, su vocación artística), por una vida nueva, enérgica, que le permita salir de la postración personal y decadencia a las que parece abocado. La sordidez y el hastío deben quedar atrás, y como contraposición encentra la luz y la esperanza en los soleados cielos de levante, donde la vida sencilla le permite redimirse y renacer. El ambiente sencillo, los impulsos domados, permiten luchar por la vida alejado de la sordidez de Madrid, y del clericalismo. Novela de tesis, reivindica el individualismo, la sencillez, la naturaleza y el amor. Obra singular y personalísima de Baroja, en la que exhibe sus excelentes dotes descriptivas (léase la descripción de Yécora) y el análisis psicológico de sus personajes.

“Aventuras, inventos y mixtificaciones se Silvestre Paradox” y “Paradox rey”. Pío Baroja. Espasa-Calpe.

 



Las dos obras del ciclo de Paradox, son una rareza en Baroja: en el primer caso por la temática y estructura claramente picarescas, herederas de la tradición novelística española del género; y la segunda por su formulación teatral, a base de diálogos y descripciones previas de “escenarios” y su desarrollo en escenarios exóticso (Marruecos y Golfo de Guinea). En ambos casos, el tono humorístico elegido, que en Baroja tiene fuertes matices sarcásticos, es el predominante. Paradox, personaje polifacético, mixtificador y algo arlequinesco, a diferencia de los habituales protagonistas masculinos de Baroja, muchas veces extremos ausentes e indolentes, se convierte en el protagonista absoluto de las dos obras que critican con ferocidad la falsa bohemia, la miseria, la baja catadura moral de las clases dirigentes,el pseudocientifismo, la sociedad burguesa y, como es habitual en Baroja, describen con realismo un mundo obrero y de bajos fondos, excelentemente documentado y en el que los valores, aunque apegados a la busca son, en el fondo, consistentes y coherentes. Muy diferentes en calidad y profundidad (“Aventuras…” entra en el arquetipo de obras de Baroja aunque tratada con humor a través de personas histriónicos; mientras que “Paradox, rey” es una bufonada no disimulada, pero en la que Baroja no brilla) no dejan de mostrar los elementos claves de la literatura de Baroja, con excelentes descripciones ambientales (“la luz de un dia de marzo, alegre, clara, reflejada en la pared blanca de la casa frontera, entraba por la ventana como si viniera riendo y cantando) y las melancólicas visiones de los cielos de Madrid que reflejan futuros sin esperanza, propios de una sociedad pobre y sin remisión (contemplo con punzante tristeza Madrid a lo lejos, en medio de campos áridos y dedolados, bajo un cielo enrojecido...) Baroja nunca decepciona y, si bien, no son sus mejores obras, el acercamiento al mundo fantástico de Paradox es otra forma de llegar al mensaje esencial del autor: el determinismo, la injusticia de la sociedad para con las clases bajas, pero la existencia de un espíritu de redención incrustado en lo más profundo de los seres que, en los buenos, acaba aflorando.