domingo, 13 de abril de 2025

“¿Está usted de broma, mr. Feynmann?”. Richard Feynmann. Alianza Editorial.

 


A Feynmann hay que quererle u odiarle. Su autobiografía, a modo de secuencia de recuerdos y anécdotas deshilvanadas, no pasará a la historia de la literatura, pero sí debe pasar a la historia de la ciencia porque, haciendo uso de la excepcional habilidad comunicativa de los autores anglosajones (desenfadado, directo, gracioso,…) transmite ideas importantes que reflejan, no sólo la personalidad del autor (ciertamente singular), sino algunos principios claros que se deben encontrar en el entorno de la ciencia teórica (e incluso aplicada) de alto nivel: la curiosidad como motor de la investigación; la multidisciplinariedad para favorecer la apertura de miras; la resistencia a la autoridad en el sentido de no dar cosas por ciertas “porque sí”; y desde luego ver la vida con una sonrisa en la boca, con “espíritu de novedad” que diría Wenceslao Fernández. Sólo así se entiende que un físico teórico de alto nivel, uno de los padres de la mecánica cuántica, premio nobel, destaque, además, por abrir cajas fuertes en laboratorios de alta seguridad, ser experto en tocar bongos, o ser capaz de fingir estupidez para librarse de ir al ejército… y todo ello, sin menoscabo de su actividad. Toda una lección y un chorro de aire fresco para el academicismo fatuo.


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