El
Camino de los Difuntos es una pequeña novela sobre la justicia y la ética, la
culpa y la redención. Un camino de difuntos, nos dice el autor, es el trayecto
invisible que une las casas solariegas vascas, con el lugar donde entierran a
sus muertos, como trasunto de la vida, que de alguna forma queda impregnado en
el ambiente. A partir de esto, el autor plantea una pequeña novela de tesis, en
la que el protagonista, un jurista encargado de analizar los expedientes de los
demandantes de asilo en Francia, se plantea qué es la justicia y en qué debe
basarse. La novela nos retrotrae a una época convulsa, el inicio de los años
ochenta, cuando Francia decide dejar de dar asilo a los terroristas de ETA. Con
una prosa exacta, precisa y milimétrica, aunque no fría, llena de intención,
con descripciones muy potentes, Sureau plantea los perfiles éticos y morales de
la justicia, pero cae en el error de blanquear a los terroristas buenos, sin
caer en la cuenta de que aquellos que en su momento justificaron las muertes,
fueron tan culpables como los que las ejecutaron, aunque luego se retractasen.
Las ideologías cargan las balas que otros disparan. En cualquier caso, una
pequeña novela brillante, interesante, que merece la pena leer.
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